Ninfas y Grutas. El Grotto de Alexander Pope

Alexander Pope (1688-1744) es uno de los poetas ingleses más reconocidos del siglo XIII. Destacado por sus traducciones de La Ilíada y la Odisea de Homero y su poesía satírica, siempre sintió fascinación por los jardines y los parques; los veía como un escenario en el cuál las casas se colocaban allí cual joyas‘La Jardinería está emparentada con la Filosofía’ escribió una vez.

 

Pope repetidamente satirizaba el estilo contemporáneo de los jardines insistiendo en que su artificio debía ser aborrecido. La naturaleza era su mejor guía, y la primera consideración al construir un jardín ó un parque debía ser el paisaje existente. Sus ideales fueron declarados memorablemente en su ‘Epístola del Uso de las Riquezas’, escrito en 1730 y dedicado a Richard Boyle, Conde de Burlington.

 

A Pope también se le atribuye el mérito de hacer íntegramente realidad el primer jardín paisajista: en Twickenham. Pese a ser pequeño, este jardín -creado por el poeta para sí mismo- contenía ya los elementos del nuevo estilo, empleados con maestría y con claridad en sus principios. Pope modelo el terreno siguiendo un criterio que él mismo sintetizó así: ‘En evidencia ante todo las bellezas espontáneas’. Con una extensión no superior a 2ha, el jardín presentaba una transición entre la oscuridad de una gruta y la plena luz del día, efectos de sombra y claroscuro, arboledas espesas, amplias praderas y una solemne disposición terminal con cipreses que se elevaban junto a la tumba de su madre. 

 

La Gruta de Alexander Pope

Ahora bien, cuando Pope, famoso por acuñar el término El Genio del Lugar cuyos versos copan todos los libros de paisajismo inglés, se asentó en la casa de Thameside en Twickenham y comenzó a trazar su jardín, escribió a su amigo Edmund Blount, en 1725, para explicarle su gruta, llena de trampantojos y artificios. Lejos sin duda de su dogma, en esta carta describe su grotto (una gruta ya es de por sí un artificio en un jardín) con sus vistas, sus túneles asemejándose a alineaciones de árboles y caminos de naturaleza salvaje.

 

 

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James Hulett. La casa de Alexander Pope. Yale Center for British Art, Paul Mellon Collection.

 

‘He puesto hasta la última mano a trabajar acabando el paso subterráneo y el grotto. Allí encontré un manantial con el agua más clara, que mana en un perpetuo arroyo que hace eco en la Caverna durante el día y la noche. Desde el río Támesis, y a través de mi arco mirando hacia arriba se ve un camino de salvaje naturaleza que lleva hasta una especie de templo abierto enteramente compuesto de conchas, a la manera rústica; y desde esa distancia debajo del templo si miras hacía abajo, a través de una arcada de árboles en pendiente, ves las velas de los barcos pasando de repente y desapareciendo como a través de un cristal de perspectivas. Cuando cierras las puertas de este grotto éste pasa instantáneamente, de ser una habitación luminosa, a una Cámara Oscura, en cuyos muros todos los objetos del río, las colinas, los bosques y los barcos están formando un cuadro en movimiento en sus radiaciones visibles; y cuando tienes una mente para iluminarlo, te ofrece una escena muy diferente.

Está acabada con conchas intercaladas con piezas que se asemejan al cristal en formas angulosas; y en el techo hay una estrella del mismo material, en el que se cuelga una lámpara, de fino alabastro y forma orbicular, cuyos miles de rayos puntiagudos brillan y son reflejados por todos lados.

Conectados a este grotto, por dos estrechos pasadizos, hay dos porches cuyos nichos y asientos -uno mirando hacia el río de lisas piedras abierto y lleno de luz; el otro mirando hacia la alineación de árboles, áspero con conchas, pedernal y rocas de hierro-. El fondo está pintado con simples guijarros, y el paseo contiguo a través de la naturaleza hacia el templo será de conchas de berberecho, al gusto natural, comprometiéndose sin hacer daño al pequeño murmullo de las gotas y la idea acuática del conjunto. No necesita nada más para completarlo que una buena estatua.’

 

De Serle, «Un plano del Grotto del Señor Pope» (Londres, 1745).

 

 

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Margaret Shells Grotto in Kent. Se cree fue construida durante la misma época que la gruta de Alexander Pope.

 

Pero más allá del artificio y de alejarse de sus principios, Pope se buscó así mismo en aquella gruta. Algo que también define al jardín como artificio e íntimamente lo liga con la mente que lo crea.

Alexander Pope jamás salió de Inglaterra. Una enfermedad durante su niñez le dejó débil y encorvado. Pero su mente siempre viajó a Roma y Grecia, y especialmente a un lugar que se cree íntimamente relacionado con su propia gruta. El Grotto de Egeria, al sur de Roma.

 

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El Grotto de Egeria por M. Dubourg

 

Más que coleccionar efectos especiales, Pope intentó incorporar la naturaleza directamente en su diseño. ‘Se iba a convertir en un colección’, insistía Pope, ‘de todas las obras subterráneas de la naturaleza’. Se deshizo de prácticamente todas las tecnologías más llamativas del momento e instaló en su lugar piedras, recogidas en toda Inglaterra (y en algunos casos de diferente lugares del mundo). Y, es dentro de este contexto que la musa Egeria toma un papel relevante en una especie de principio estético.

 

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Gruta de Alexander Pope via http://thelondonphile.com/

 

El Grotto de Egeria era el lugar de la primera educación cívica humanista. Esa era la razón por la que Pope le dedicó tanto tiempo y energía; fue el primer Rey educado, el mítico Numa, el que encontró a su Egeria, una ninfa, que le enseñó humanidades. De acuerdo con la mitología ella le aconsejó y guió para establecer el marco original de las leyes y rituales de Roma.

Además parece ser que en los versos clásicos este lugar era donde los poetas acudían para meditar acerca de las ventajas de la naturaleza por encima del lujo o las complicaciones de la vida urbanita, tema recurrente en Pope. Y obviamente por eso, un objeto así, tan lleno de connotaciones, no podía faltar en su propio jardín, reflejo de él mismo.

 

Pero si me permitís y antes de acabar una cosa más.

La gruta no la pudo acabar en vida (no sé si jamás la hubiera acabado). La casa en cambio fue destruída y la gruta aunque muy deteriorada sobrevivió, pues lo que era caro era deshacerse de ella. Sirvió de refugio antiaéreo, y al parecer aún hoy conserva una piedra que su amigo Joseph Spence trajo de la misma gruta de Egeria, en Roma, y que fue colocada por Pope en el techo de su gruta justo en el lugar donde se conectan ambos pasadizos.

 

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© Sean Silver, Radnor House School

 

Imagen destacada: Alexander Pope en su gruta. Dibujo de William Kent.

Referencias:

The Mind is A Collection Digital Museum. Sean Silver. Pope’s Grotto.

Pleasures of the Garden. A literary anthology. Christina Hardyment.

La arquitectura de los Jardines. Francesco Fariello.

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