marta puig madrid

Un Jardín de narcisos en la Sierra de Madrid

 

Este es el jardín más reciente que he acabado. Y en tan sólo 3 meses hemos conseguido una explosión de color con los miles de narcisos plantados. Aún queda que crezca, que se forme y encuentre su esencia, pero ya se puede comenzar a ver como quedará en el futuro.

 

Yo creo que ya te he hablado alguna vez de este jardín… No sé si te acuerdas (o si habrás visto fotos en mi cuenta de instagram) pero está en Madrid, en la Sierra y la ejecución fue… fue larga digamos.
Comenzamos, si recuerdo bien, a mediados de Octubre o ya casi Noviembre. Las dos primeras semanas pudieron mover el terreno con una retroexcavadora para airearlo y mullirlo y romper la corteza que no permitía que drenara bien. Luego cultivador y mula.

 

Y entonces empezó a llover. La lluvia, intermitente durante semanas, el frío y la reducción de las horas de sol -fundamentalmente- hizo que el suelo no se pudiera trabajar -estaba demasiado plástico, y si se pisa o se trabaja al secarse se compacta en las placas que forman las pisadas o el peso de las máquina-. Entrar era contraproducente pues todo el trabajo que se había hecho podía irse al traste. Al fin y al cabo, el suelo es el que marca la vida de un jardín, y sobre todo sus primeros años. De él dependen muchas cosas. Y ni yo, ni el jardinero, estábamos dispuestos a hacer un mal trabajo, este jardín es para durar en el tiempo.
Pasaron la mula para labrar innumerables veces intentando secar el suelo y esperando que al mover la tierra una y otra vez este fuera más manejable. Una y otra vez le dieron la vuelta a la tortilla esperando que secara más rápido antes de la siguiente lluvia. Realmente lo mejor hubiera sido esperar a que terminara de llover. Depende de la cantidad de agua, pero nosotros necesitamos entre 6 y 10 días de sol para que aquello volviera a su ser.

 

Es cierto que tal vez empezamos tarde, pero es en otoño cuando es más fácil encontrar el terreno en tempero -el estado perfecto para arar-. Pero empezó a llover muy pronto en otoño y muy seguido.
Así que la realidad es que todo se retraso y el jardín se acabó en Febrero. Casi 5 meses después. Pero se consiguió.

 

El jardín no llega a los 1000m2. La piscina estaba ya, junto con la tarima. Y tenía un seto de laurel plantado hace menos de 1 año. Diseñamos la pérgola del porche -que ahora parece que siempre a formado parte de la casa-. Es una pérgola preciosa que se integra en la viga voladiza que decora la casa. Es súper ligera. Y también diseñé la pérgola del jardín -una habitación que se cubrirá de glicinias-.

 

 

El jardín lo cree para darle una estructura a lo largo de todo el año y flores en determinadas épocas. En Diciembre el Cornus bodnatense florece rosasobre ramas sin hojas -está a la entrada de la casa para verlo y olerlo al llegar-. Y los narcisos se abren en la primavera temprana, incluso entre la nieve. Después magnolias. 7 en total, muchas arbustivas, florecen con sus grandísimas flores en sombras de rosas y blancos.

 

Éste año las magnolias florecieron antes. Lo dicho, acabamos el jardín en Febrero, justo cuando plantamos los narcisos, por eso la explosión de color ha sido más tarde de lo esperado, pero salió perfecto.
Los narcisos encontraron un suelo mullido y aireado, perfecto para -aún tarde- crecer fuerte y florecer con muchas ganas. Para que os hagáis una idea se han plantado más de 3000 bulbos. Y estamos hablando que calculé para las zonas designadas a ellos 25 bulbos por m2.

 

Ahora en verano, tendrán rosas alrededor de la pérgola y en las macetas. Alrededor de la pérgola serán de color albaricoque con más bulbos si, esta vez grandes bolas de Allium caeruleum, azul celeste.

 

Una vez pasado este primera año, y calculamos que para dentro de dos, la estructura estará ya formada con masas de lonicera nitida -una planta siempre verde tipo boj de hoja pequeña- ondulando entre los parterres y los árboles; dejando salir entre ese mar verde madroños, magnolias y cipreses.

 

Pero sin duda alguna, estoy de acuerdo con el jardinero: ‘Este jardín siempre estará esperando a que llegue la primavera’.

 

De este jardín se intuye perfectamente de dónde vengo. Yo no me voy a engañar. Quería una masa de verde al estilo del que planta Fernando Caruncho. De su estudio vengo -no puedo mentir acerca de eso- y de él he aprendido muchas cosas, más sobre la vida y la filosofía que hay detrás de los jardines que de plantas, pero despertó en mi aún más el sentido de la estética, el gusto, las cosas bien hechas… Y la influencia no la puedo borrar de un día para otro. Pero por otro lado, quería flores. Y quería un jardín muy alegre, con un estallido de color en algún momento del año, y en ese sentido una misma se va perfilando.

 

Todas las fotos del jardín acabado están realizadas por Miguel Ángel Díaz.

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