Como parte de esta serie de Paisajistas sublimes, hoy vuelvo a la carga con Mr Humphry Repton (y la profesión del arquitecto paisajista).
Aunque todavía estoy en proceso de acabar de leer The Landscape Gardening and Landscape Architecture of the Late Humphry Repton, una enciclopedia de 700 páginas, donde además de un resumen de sus memorias aparecen sus teorías y croquis -que por supuesto dan para otra entrada-, en esta recopilación también hay ciertos fragmentos que me hacen amar a Repton y mi profesión -razón por la que comencé a escribir mi blog-.
Teniendo en cuenta que el libro fue publicado en 1840 es de esperar que haya ciertos pasajes que me hagan estallar de risa -por la vehemencia del Sir anglosajón- pero también otros que me devuelven a la Tierra que piso, pues veo que a él también, maestro de maestros y creador de Escuela, de vez en cuando le temblaban las piernas.
Además este libro demuestra que algunas cosas no han cambiado. Sobre todo para los paisajistas, arquitectos paisajistas, y jardineros paisajistas.
Me explico.
Para quién no esté al tanto una breve sinopsis del personaje. Sir Repton es y será uno de los más grandes paisajistas que han existido. Acuñó el término de Landscape Gardening (jardinero paisajista), y por ello fue acusado de «asumir un título de no pocas pretensiones». [Título que más tarde derivaría en Arquitecto Paisajista -landscape architect-].
Es imposible no mencionar que Humphry sucedió a Capability Brown, otro Grande del Paisajismo y tras su muerte, como mejor paisajista de su época en el Reino Unido.

Repton recogía sus escritos, croquis, y demás información de todos y cada uno de los proyectos que tenía entre manos, en sus Red Books -algo que reconozco que sólo por ser rojos estallan mi curiosidad- y diseñó alrededor de 400 jardines (y no todos los ejecutó cómo es obvio).
Éstos libros fueron los que catapultaron y enseñaron a todos aquellos interesados, su innegable talento, y de los cuáles hoy, muchos de nosotros avezados por saber cómo pensaba y tomaba sus decisiones, tenemos la oportunidad de leer, escritos directamente de su puño y letra. Hermoso legado, sin duda.
Educar y Compartir. Una nueva profesión.
El libro es introducido por J.C. Loudon y su comienzo no tiene desperdicio alguno.
Y traduzco:
La Jardinería, como el Arte de Cultivar, desde el comienzo del presente siglo [en referencia al dicienueve] ha hecho un rápido progreso; pero, como el Arte del Buen Gusto, ha sido comparativamente estacionaria. Una de las principales causas de esta situación, es la abundancia de libros buenos y baratos en temas pertenecientes a la materia primera, y la escasez y alto precio de aquellos que tratan esta última. Para remediar este mal… [deciden publicar las teorías y textos de Repton].
Palabras sabías que muchos podríamos continuar diciendo hoy de nuestra genérica y a veces vaga literatura.
Afortunadamente Humphry Repton estaba aquí para cambiarlo y para publicar sus libros a un precio asequible. De manera que muchos, entonces y hoy en día, pudieran leer sus teorías.
Compartir teoría, técnica, conocimiento, y experiencia comienza a ser ahora un valor añadido, y es menos considerado como un robo o un incubo de mantener la grandeza de uno y su ego personal. Pionero en esto fue Humphry Repton, como muchos otros durante este siglo que vieron la necesidad de compartir sus ideas.
Es en este momento, a mediados del s.XIX en el Reino Unido y en EEUU, donde realmente se empieza a visualizar un cambio de mentalidad. Pues comenzamos a pasar de una actividad lúdica -con sus muchos libros generalistas- a una especialidad y profesión defendida por «afamados» paisajistas.
Repton fue coetáneo de Andrew Jackson Downing y Frederick Law Olmsted, padres de la arquitectura del paisaje (término y profesión) en Estados Unidos. No estaba sólo. Este movimiento para definir una nueva profesión, hasta el momento vagamente diluida entre diferentes profesiones, empezó a tomar forma con estos grandes personajes en una época donde había necesidad de mejorar, a muy diferentes niveles, la vida de las personas. (¡Ojo! No estamos hablando de la profesión de jardinero -cavar, podar, mantener las plantas y muchas cosas más-, estamos hablando de la profesión de proyectar jardines y paisajes que no excluye la anterior pero tiene su propia identidad -un ejemplo simplón y muy a mano: arquitecto, aparejador, obrero, todo el mundo sabe que no es lo mismo tampoco).
Fue entonces cuando se vio que había un nicho de trabajo importante donde era necesario especializarse en diseñar, entender, y proyectar el paisaje, bien en jardines privados, casas de campo, o parques públicos y empezaron a ver la necesidad de originar una nueva profesión y educar a las generaciones siguientes para perpetuarla. Pero para ello necesitaban un NOMBRE. Sin duda fue un cambio de mentalidad harto difícil pues implicaba aceptar una nueva nomenclatura que derivaba de una profesión muy respetada y elitista como era, y sigue siendo a día de hoy y en algunos casos, la arquitectura.
¿Jardinero Paisajista?
Éste es el nombre elegido por Humphry, Jardinero Paisajista, que defendió ante sus críticos, alegando a los cimientos de ésta, que no difieren del de muchas otras profesiones especializadas en otros campos: educación, cultura y sensibilidad social. En sus palabras:
El nombre de «Jardinero Paisajista» puede sin duda ahora ser considerado como «uno de no pocas pretensiones«, pues es de esperar que aquella persona que así se denomina, debería no sólo estar dotada por la Naturaleza y ser amante de todo lo bello, pero cuya cultura y educación deberían haber también refinado su gusto y mejorado su capacidad de juicio; mientras que un conocimiento de los hábitos de la vida noble adquiridos sólo por admisión en los mejores círculos, le habrían enseñado como combinar todas esas miles de pequeñas innombrables situaciones que hacen de estas mansiones y placenteros jardines… la admiración de todo aquel que pueda realmente apreciar esta verdadera palabra inglesa: «confortable».

Los huérfanos de nombre: Paisajistas / arquitectos paisajistas / jardineros paisajistas españoles.
Aquellos que compartan profesión me entenderán mejor. Aquellos que no, me alegrará saber que ahora, hoy, estáis aquí leyéndome porque conocéis y valoráis la figura del arquitecto paisajista para hacer vuestras vidas más «confortables», pues no vivimos sólo en el salón y dentro de nuestras casas.
Pero aún hoy no somos reconocidos como profesionales en nuestro país. Vivimos en el limbo. Tenemos voz pero no voto.
No tenemos curso universitarios acreditados. Luego no somos nadie.
Somos ingenieros y arquitectos huérfanos de nombre. Que estudiamos lo anterior para encontrarnos con lo que realmente queríamos hacer más adelante. Y muchos otros, grandes profesionales, ni siquiera eso pues tenían más claro lo que querían hacer desde el principio pero ningún curso les permitía estudiarlo con reconocimiento nacional. Y todo por falta de interés y mediación política.
Es una enorme pérdida de valor humano. Pues no son uno ni dos… son muchos los que están trabajando de paisajistas. Algunos con conocimiento y otros no. Hay cursos terriblemente malos que no sirven ni para preparar a un técnico y mucho menos a un paisajista. Hay otros muy buenos no reconocidos. Esto es lo que se llama hacer un pan con unas tortas. Así como demonios vamos a defender una profesión, educar a las generaciones futuras y tener un paisaje ¡Cómo Dios Manda!
La vida sería mucho más fácil y no sólo para nosotros pero también para ayuntamientos, promotores, clientes particulares y colaboradores. Las responsabilidades estarían perfectamente asignadas, las opiniones respetadas y cada uno en su lugar, en su especialidad. Pero es agotador que este sea nuestro Sino.
Todos perdemos.
En Inglaterra y el Reino Unido, alguien como Humphry Repton cambió y ayudó a desarrollar y hacer crecer una profesión. Creando escuela y motivando a muchos. En EEUU no digamos. Frederick Law Olmsted es Historia.
En el caso de Repton, su capacidad para compartir sus teorías, su razonamiento, sus decisiones explicadas con claridad y por supuesto su gran talento y su conexión con la aristocracia -hoy en día puede ser una buena campaña de marketing-, le hicieron pionero en desbancar a arquitectos, artistas y aristócratas de una profesión compleja -como todas- y cuya especialización, dedicación y esfuerzo la hacen meritoria de ser una más de las «artes liberales», es decir, artes –disciplinas académicas, oficios o profesiones- cultivadas por los hombres libres, y de tener su reconocimiento institucional.
Es una pena pues, y cito aquí a James Hitchmough (catedrático y director de mi tesina en Inglaterra) -aquí se refiere a los Parques de las Olimpiadas de Londres 2012, pero da igual realmente a que proyecto se refiera-:
En países donde la arquitectura del paisaje está pobremente desarrollada, dominada por una visión arquitectónica del mundo, no se hacen lugares como éste.
Lo podéis escuchar aquí.
Desgraciadamente, seguimos en el 1800, nada ha cambiado y no se atisba a Sir Humphry Repton.
Y para rematar mi salida política de hoy, os dejo, si estáis interesados, con el enlace a la página web de El Manifiesto de los Paisajistas que va directamente al artículo “Landscape Architects discriminated against in Spain” EU says. («Arquitectos Paisajistas discriminados en España» dice la UE). Gracias a ellos, por darnos voz y hacernos sentir que no estamos solos.
Feliz domingo, Marta