Hace unos meses me contrataron para un colaborar en un proyecto en Santo Domingo, República Dominicana. Es un desafío. Todo lo que sea aprender nuevas plantas, nuevas formas de utilizarlas, jugar con una paleta de material nuevo, es divertido. Todo lo que sea que te pidan darle la vuelta a la tortilla a algo para sacarle el máximo partido es genial. A mi me gusta al menos.
Jardines
Para mi primer viaje hice un montón de research, ya no sólo de plantas, si no de proyectos de jardines. No fue nada fácil, lo que encontré mejor documentado es por supuesto la obra de Roberto Burle Marx -alguien del que ya he escrito acerca de en Pintando Jardines, era un artista y su paleta de colores eran las plantas-, y me compré varios libros de paisajistas que habían seguido su estela en algún momento de sus carreras. Me hice con la documentación que encontré. Y todo lo que pude de planta tropical de bosque seco y húmedo (hubo un momento en que no puedes desechar ninguna posibilidad, pues a lo mejor no las plantas pero la estructura, etc… siempre te puede dar alguna idea): salté de Brasil, a Panamá, Costa Rica, Cuba, Puerto Rico y llegué a Florida, buscando climas parecidos para ver que oferta de planta y que tipo de jardines hacen -google me llevó también a Australia-. Poco más encontré y es una pena porque estoy segura de que algunos de los jardines que allí deben existir son auténticas joyas; ahora bien, sólo a ojos de unos pocos. En cualquier caso, esto no me desanima en absoluto. Es parte del desafío. Además, sabiendo lo que quiero, es una cuestión de buscar la planta adecuada. Y, no será por falta de opciones.
Que encontré entre todo lo que vi que me gustó y que me sirve de inspiración (más me guardo debajo de la manga, pero esto da una idea, algunas son pinceladas de un bosque, plantas en un estanque, flores, mezclas de colores o texturas):
Las plantas
Además de visitar el lugar en cuestión, para aprender sobre plantas dirigí mis pasos al Jardín Botánico Nacional. Sumergirte entre aquella flora es especial -a nuestros ojos es tan diferente que hay emborracharse de todo ella e ir digiriéndola a medida que vas encontrando similitudes y diferencias que te permiten recordar y pensar cómo las puedes ir utilizando-.
Después de esto, me pasé semanas revisando fotos de los dos días que estuve, buscando en internet -porque cómo casi todos los jardines botánicos del mundo la planta no está toda clasificada y muchas veces no es tan fácil de identificar y esperar que el guía que te acompaña y que te está ayudando te conteste a todas tus preguntas y además -para más inri- sepa el nombre científico y si lo sabe que sea el correcto…-. Así que un trabajo fino fino me esperaba después para clasificar, buscar descripciones, hábitats, tamaños, fotos…
A todo esto hay un número significante de plantas que existen en el lugar del proyecto que sólo existen en clasificaciones -listados de planta, sin descripción alguna- aquí es cuando uno empieza a desarrollar el ojo clínico.
Y, hay que buscar un método, nada es ciencia infusa, así que uno se acaba dando cuenta de que muchas plantas de allí tienen nombres comunes que utilizamos aquí. Luego aunque la especie sea totalmente diferente (para el más botánico que me lea puede que ni la clasificación de familia sea la misma) una planta que se llama laurel, romero o arrayán allá… por algo será. O, buscas similitudes o te vuelves loco. Por otro lado, me estoy volviendo una experta en planta de interior (Europea), pues es la que tengo que plantar fuera en Santo Domingo -esto es un aprendizaje que me viene como anillo al dedo-. Por ejemplo, sólo de pensar en plantar orquídeas en su propio habitat, es un subidón.
Ahora si, me quedé loca con los Robles. ¿Robles con flores? Si, señor, nada de florecillas verdes inconspicuas en racimitos, como en los quercus (robur, canariensis, etc) de hojas lobuladas, que todos los europeos conocemos como Roble u otros (quercus spp.), y nos imaginamos estoicos dentro de un bosque o los pies de un valle. No.
De lo que yo hablo son árboles con flores amarillas, blancas, rosas… Y de diferentes especies (bignonias, tabehuias, catalpa), menos mal que al menos son todas de las misma familia (bignoniaceas). Eso sí en cuanto los tienes a todos fichados ya no hay duda, pero hasta ese momento, no estás por la labor de hablar de robles con nadie. (La botánica, la aprobé hará 15 años… y todo vuelve). He de decir, que por la salvedad de descolocarme a priori, son árboles de un porte bonito y en flor bastante espectaculares, pues muchos de ellos florecen antes de que reaparezca la hoja y forman una preciosa estampa. Muy populares en climas cálidos.
Para el proyecto la paleta se llena de colores con preciosas flores. Las fotos a continuación son una muestra de lo que vimos, de su tamaño y exuberancia.
Las mariposas
Aunque el mariposario del Botánico no estaba en su mejor momento porque había llovido pocos días antes. Esta parte me encantó, además la visita educativa fue total. (El orquidario y la zona de helechos son para otra entrada).
La idea en el proyecto es colocar zonas que atraigan a las mariposas. Hay concretamente un tipo de palmera en Santo Domingo que hospeda a las mariposas, así que vamos a crear espacios en el proyecto que sirvan de habitat para ellas, lugares no especialmente accesibles por las condiciones del terreno, pero donde ellas puedan vivir. Los lugares de hospedaje han de estar rodeados de vegetación que sirva de alimento y las permita desarrollar todo su ciclo vital, pues según la especie ellas mismas utilizan un tipo de plantas… por otro lado, además de flores y néctar, necesitan plantas de hojas grandes y anchas para resguardarse de la lluvia tropical.
Después de la visita pensé que para ser vago, mejor que ser perro o gato es ser mariposa. Revolotean de flor en flor, unas 6 horas al día, y el resto del día y la noche, duermen. Su larga siesta comienza a eso de las 3, pase lo que pase. Y, más ligeras y más bonitas no pueden ser. Cómo no te vas a enamorar de una mariposa.
Vovleré al mariposario… me quedé con ganas de verlo en su momento álgido.