diseño de jardines

Mi Jardín Ideal

Mi Manifiesto

 

Un buen día me puse a escribir. Quería hacer ver que sí, tengo una web, una foto (poco profesional lo sé), con una estética chula, y más o menos bien organizada sobre todo para ser una auténtica amateur en diseño web, marketing y comunicación. Pero, quería hacer ver que ante todo soy de carne y hueso. No sólo una tarjeta de visita.

 

Y, aunque a priori pensé que sería una batalla ponerme delante de una hoja en blanco, en 5 min salió esto.  Mi Manifiesto.

 

La verdad es que dice mucho de mí, de quién soy y lo que me gusta. Es una forma de conocernos, y espero que llegado el día, podamos tu y yo tener una charla en este “dream to be» (espero que real), mío. Aunque puede que el tuyo sea más chulo.

 

Este es mi Manifiesto, y me he soltado la melena. Reconozco que hoy me sentía inspirada.

 

1. “Cultural” ante todo

Mi jardín ideal, el mío, sería un lugar dónde leer, dónde sentarme y cerrar los ojos y dormitar. Estar en paz, notar el aire fresco y ligeramente fragante; meditar, filosofar (y lo que eso signifique), discutir, reír, amar, escuchar el ruido LEJANO de las enanas jugando y gritando…

 

He de decir que me encanta la idea de “tirarse a la bartola”, aunque no lo practico, porque no puedo estar quieta. Y sé, que desde que tengo mi “patio” no paro quieta ni una tarde, así que a ver que pasa con semejante sueño de jardín. Pero vamos, que no sabía yo el culo inquieto que era.

 

    Ahora, reconozcamos que sentarse y leer NO entra dentro del término “tirarse a la bartola”, luego, yo no soy bartola people para nada. 

Me imagino a mi misma, por ejemplo, leyendo los post del domingo de Paul Jarvis, o algún otro friki del marketing (esto es lo que me va ahora), o ponerme al día con la tableta (no compro el periódico pero reconozco que cuando estoy en casa de mis padres no hay más lujo que tener la prensa escrita en las manos -es básicamente ojear la historia en el presente-), o mil cosas más que se me ocurren, todo ello mientras desayuno.

 

Ya veis Domingo cultureta. That’s me!

 

2. Olor, frescor, color, y música para los oídos

 

En mi jardín montaré una bonita pérgola y tendré hermosas flores colgantes de glicinia, un rumor de agua, una huerta, un granado, y un membrillero (estos últimos, porque su flor es un show y me encantan, su fruto es puro color y, además, se comen); además recolectaría limones para mis bizcochos, y cortaría flores para mis invitados (porque tendría muchos).

 

Por ende, me cocería al encender el horno sin necesidad de estar dentro, porque el calor, ¡madre mía! como aprieta aquí en Sevilla. Y además tendría la cocina hermosa llena de despojos de plantas, mezcla de agua y aspirina (o lejía), y jarrones. Todo un espectáculo. Pero, quién no lo haría. Que levante la mano.

 

Además, un bizcocho es perfecto para el Tea de las 5pm con las amigas. Y de ahí pasamos a…

 

3. La mejor Compañía

 

Pienso en discusiones acaloradas en noches de verano, desayunos y meriendas a principios de la primavera, el canto de los pájaros, estar a gusto y poder disfrutar del olor del jazmín durante las cenas junto a los amigos de siempre y la familia (que sólo hay una).

 

También deciros que habiéndolo pensado mucho reconozco que escondería las velas de citronella en algún lado. Supongo que os estáis imaginando un hermoso porche. Yo también. Pero los mosquitos tienen pasión por mi sangre más que por los que me rodean. Y está claro que el Gin, después del Tea de las 5, no funciona.

 

4. No hay reloj, no hay tiempo

 

Yo quiero un lugar sencillo, agradable, y sobre todo hermoso, porque lo bonito y bello relaja la mente.

Cuando uno es capaz de leer con facilidad es espacio que le rodea se confía, se acomoda en la silla, y te hace más asertivo.

 

Además si es hermoso, te permite contemplar, hablar, charlar, y crear, al fin y al cabo, porque tu mente está en modo PENSAR (no tiene otra preocupación). Es la fórmula perfecta: Tranquilidad más Seguridad más Belleza igual a Felicidad. Y la base de todo es eliminar el tiempo.

 

El tiempo que siempre va pegado al culo, si Señor, y también al conejo blanco de Alicia en el Pais de las Maravillas. El insignificante reloj que nos dice que no disponemos de tiempo. Que no nos permite pararnos a contemplar, disfrutar, hablar, charlar y crear.

 

En mi jardín ideal no existiría el tiempo, lo veto.

 

Yo, suelo perder la conciencia del paso del tiempo a menudo. Me paso un poco la verdad, sobre todo cuando curro. Es algo bueno a medias, porque buscar pluggins, editar documentos, y pinchar árboles en autocad no es exactamente genial, pero si lo es sentarse rodeada de una pila de libros y sacar ideas para un jardín. Eso si, hasta que me echan la bronca por decir otra vez más: !Ya voy!. Bendita Paciencia (sabéis que os quiero).

 

5. “Design is One” (Massimo Vignelli)

 

Hermosa frase. El Diseño es Uno. Y qué razón cuando hablamos de jardines y todavía más cuando hablamos de paisajes. New York es UNA (para que veías que no todo es vivir en el campo). Un paisaje es UNO. Una flor es UNA. Pero en su conjunto, la flor, en su mata, en la pradera, en el campo, es también UNO.

 

 El diseño de un elemento se enlaza con la historia, con la cultura, con el entorno. Y debe fluir en esa amalgama como si fuera UNO. 

 

De ahí la importancia de integrarse en el paisaje (¡Ojo!lo que no quiere decir que no deban existir notas discordantes).

 

Pero es una de las razones por las que creo que las brechas no deben existir a no ser que sean parte de ese paisaje. Las brechas, se deben hacer para crear una determinada atmósfera. Es una transición. De ahí, que la brecha entre la calle y mi entrada sea sólo eso, una transición, una forma de ir diciendo al recién llegado que éste es su lugar. Y que ha de sentirse a gusto.

 

Mi entrada sería elegante, sencilla, simple. Al entrar, ella sola, daría la bienvenida a un lugar donde se respira con pausa, sin prisa. Sería de alguna manera hermosa por su sencillez, por su mera presencia. Sería la antesala para entremezclar jardín y paisaje, de modo que al dar la vuelta se vería un gran paisaje (pues las vistas, sabiamente diseñadas, impedirían ver aquello que NO es jardín, que NO es paisaje -de manera fácil: taparían al vecino-).

 

6. Y más allá las montañas

 

Aquello que más me gusta es aquello que meteré en mi casa.

De ahí que las vistas deban atraer las montañas a mi casa. El paisaje, el campo, el mar si es posible… (los sueños, sueños son), se sientan más cerca.

Todo ello, entraría por la vista, se haría grande y pequeño a la vez, lejano y cercano. Seria en sí, un único y gran cuadro, con miles de pinceladas, con miles de matices, pero UNO. Y todo, se vería desde mi ventana.

 

7. Armonía dentro y fuera

 

Design is One. Vistas. Paisaje. Pero, y ¿el jardín?

La parte que más me gusta, o bueno, una de las que más me gustan es que en mi jardín tendría un lugar cerca de la casa donde poder tomarme unos vinos con mis amigas las tardes de los viernes. Y dar de merendar a los niñas durante el fin de semana, rodeada de macetas y flores.

Más allá, habría una pradera y una piscina, donde dejar jugar y correr a “las enanas del jardín” (mis hijas) y tomar el sol los días de verano.

Y algo más lejos, todo se uniría con el paisaje. En perfecta armonía.

 

La armonía sin estructura no existe. No hay magia.

 

Yo me quedé lejos de acabar la carrera de música, pero mis años eché. Y sobre todo, desde muy pequeña -a mi primer examen de solfeo me llevó mi madre con un vestidito de muñeca al Conservatorio de Música, que por aquel entonces, ya ha llovido mucho, estaba en Ópera (en el centro de Madrid), y era la más pequeña de todos, pues tendría 5 años como mucho y para más INRI, creo que me aprobaron simplemente por el valor que demostré aquel día sentada ante un tribunal que para mi era, y recuerdo, viejuno-.

Pues bien, sin extenderme en la historia, que tiene chicha, sé de primera mano, que la armonía sin estructura no existe. No hay magia. No se puede crear sin estructura, y o bien tienes una cabeza de oro que crea ya de base una hermosa melodía (=estructura), o, oh boy! oh boy!, prepárate para errar.

 

Hasta que uno no tiene hijos (y esto es súper típico y lo siento de corazón ya oigo las voces en mi cabeza) no se da cuenta de veras que todo en esta vida es levantarse, una y otra vez (y si por el camino no te dan la mano: aprieta el culo e intenta no caer o llora cuál bebé -con la particularidad de que esta última puede irritar sobre manera-).

 

Y por ultimo… si ya hemos llegado al final. ¡Hurra!

 

8. Yo

 

Sin duda, mi jardín al fin y al cabo, sería una extensión de mi persona, un lugar donde dejar volar la imaginación y compartir los mejores momentos de mi vida con aquellos a quién quiero y respeto. Y por eso, comparto con ellos, mi jardín. Y mi Manifiesto.

 

Fin.

 

Si has llegado hasta aquí leyendo, obviamente “casi” todo, por favor, me arrodillo ante ti, pero envíame al menos un mensaje de ánimo, porque la próxima fiesta de cumpleaños en un sitio así, puede ser épica. O mejor, comparte este mini ensayo en tus redes sociales y pásalo a tus amigos o a quién crees que le puede gustar semejante reflexión.

 

Y también te digo una cosa más. SI TÚ QUIERES UN JARDÍN, tienes ideas pero no llegas nunca a concretar, te aconsejo que escribas tu manifiesto. 5, 6 puntos, más concisos que los míos (o cómo lo tengo en la web que suman hasta 10). Te aseguro que no tardas nada en hacerlos. Es más, es divertido. Yo me lo paso bomba escribiendo. Y de ahí, será más fácil ir al detalle.

 

Un abrazo,

Marta

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