Burle Marx es uno de los tres más grandes y provocativos paisajistas de nuestro tiempo que empezaron su vida profesional en la arquitectura del paisaje sin educación formal en la misma. Sus obras fueron concebidas desde lo más profundo de su fantástica imaginación, sin condicionantes ni precedentes. Pero eso sí, tradición y cultura, en lo más extenso de su significado, ha estado detrás de sus éxitos.

Es de sobra conocido que Burle Marx comenzó a apreciar la flora nativa de Brasil mientras estudiaba en Alemania. Pintor y aprendiz de botánico y una vida entera dedicada al placer de la jardinería y el dibujo le llevó a la exuberancia en el diseño y la plantación.

 

Burle Marx
Roberto Burle Marx

 

A través del arte no hay barreras: todos hablamos el mismo lenguaje.

Roberto Burle Marx

 

 

De este modo, con vivos colores y formas atrevidas, reminiscencias de cuadros de Jean Arp, Joan Miró y Vincent Van Gogh, sus jardines y paisajes fueron entendidos por diseñadores que desconocían muchas de las plantas y las condiciones climáticas brasileñas. A partir de entonces, Burle Marx fue alabado -y a veces rechazado- como alguien que ‘pintaba con plantas.

 

Roberto Burle Marx
Crucifixión. Jean Arp. 1914

 

Roberto Burle Marx
Sombrero-Ombligo. Jean Arp. 1924

 

 

En su charlas, Burle Marx enfatizaba sus preocupaciones artísticas: color, armonía, estructura, espacio, forma, volumen y expresión. Pero también enfatizaba las cualidades efímeras y estacionales de las plantas, el valor de las plantas locales y sus grupos ecológicos que servían de metáfora de los habitats locales.

Y definió el objetivo principal de un jardín: darle al Hombre el placer de las formas y los colores de una planta en crecimiento.

 

El surrealismo

Nacido en Sao Paulo en 1909 en el seno de una familia culta que inculcaba a sus seis hijos el amor al arte y a la música. Su  madre, cantante de ópera, les daba clases en casa. Su padre, un hombre de negocios judío alemán, no sólo les dió material para desarrollar una rica educación en bellas artes pero también envió a Roberto a Berlin a estudiar arte y música durante un curso escolar (1928-1929). Al final de su estancia se quedó impresionado con las obras de Pablo Picasso, Paul Klee y Wassily Kandinsky. Así como de una exhibición de la obra de Vincent Van Gogh.

 

Roberto Burle Marx
Palacio Gustavo Capanema, Rio de Janeiro. Roberto Burle Marx

 

A su vuelta a Río de Janeiro en 1930 comenzó sus estudios en la Academia Nacional de Bellas Artes, influenciado por la obra de Candido Portinari, Leo Putz y el arquitecto Lucio Costa, entonces director de la Academia. Ganó la Medalla de Oro de Pintura de la academia, en 1937, habiendo explorado diferentes olas del modernismo: cubismo, geometrismo, concretismo y los inicios del surrealismo. La influencia de éstos es aparente en sus coloridos y monocromos planos de sus jardines, plazas y parques. Pero una vez construidos, los jardines de Burle Marx no estaban quietos; eran alfombras plantadas llenas de vida.

 

Él comparaba los jardines a cuadros abstractos a la vez que a un configuración de los ríos brasileños vistos desde el aire. El surrealismo era una de sus grandes herramientas. Cómo le ocurría a Thomas Church -aunque ambos diseñadores tenían sensibilidades totalmente distintas-.

 

Roberto Burle Marx
Residencia Casella. Roberto Burle Marx

 

 

Pero la realidad también habla de él. Burle Marx no siempre era pagado por su trabajo, ya que muchos de los artesanos que trabajaban para él no eran capaces de de facturar siempre por horas. En pueblos pequeños y pobres de Brasil, incapaces de pagar con dinero jardines, parques o plazas, pagaban con ‘chatarra‘ -piedras, plantas y materiales de la demolición de edificios-. Éstos eran entonces reciclados en el jardín o en el de otro cliente. Los resultados, románticos o inquietantes, añadían otra capa de surrealismo a sus proyectos.

 

La defensa del medioambiente

Burle Marx había crecido en un mundo cosmopolita con cultura colonial y sin duda privilegiada. Las mismas fuerzas capitalistas, de intereses multinacionales y promotoras, eran las que sostenían a su padres y le permitieron vivir y ser quién era, pero era una fuerza constante de confrontación con su práctica profesional y la idiosincrasia de su forma de vida.

 

Él no siempre habló alto y claro de los problemas medioambientales que existían. Fue una visita de Walter Gropius la que le provocó y le hizo saltar a la acción. Gropius al ver toda una serie de carteles publicitarios a lo largo de una carretera de montaña preguntó a Roberto si había intentado quitarlos. Él dijo que no, porque su protesta no habría hecho ningún bien.

Groupius contestó: Es obligación del pensador protestar, incluso si esto no cambia nada’. Esta lección jamás fue olvidada. Y aún cuando ya defendía los bosques tropicales y protestaba por las intrusiones a sus parques, saliendo en los medios y hasta en la televisión, Burle Marx explicaba: ‘Odio la indiferencia’.

 

Burle Marx
Vargem Grande Farm

 

Su legado

Exuberante y enigmático, Burle Marx sigue siendo la figura artística por excelencia del paisajismo en el siglo XX. Durante 50 años fue la voz del vocabulario del nuevo modernismo, desarrollando una personalidad robusta a través de la experimentación y la exploración formal de sus proyectos. Sin un mantenimiento vigoroso, muchos de sus diseños rápidamente se degradaron a partir de su diseño original y de sus composiciones refinadas -tras años de gran riqueza y expresión artística- pasando por años de decadencia hasta la oscuridad más absoluta debido a su crecimiento excesivo.

 

Burle Marx
Botafogo Residence Garden

 

A partir de 1950 y en adelante, sus diseños más rectilíneos iban parejos de herramientas metafóricas que aunaban simplificación y reducción de elementos. Utilizaba las superficies planas de los parterres, plazas y césped como metáfora de la tierra y como un plano surrealista que magnificaba los objetos colocados en él, y los objetos, edificios o relieves ubicados en la distancia de composiciones mucho más grandes.

Como hacía Corbusier, colocaba objetos en un plano horizontal no para glorificar el objeto pero para expresar el plano horizontal en sí mismo. E indistintamente de la riqueza de los patrones o la plantación, el plano permanece tenso. En esto fue el primer modernista que lo llevó acabo después de la grandeza de las obras de Le Nôtre.

 

Roberto Burle Marx
Playa de Copacabana. Roberto Burle Marx

 

Es inevitable que muchos paisajistas siguieran a Burle Marx aunque no fueran capaces de distinguir el trigo de la paja de su prolífica formalidad y sus teorías. Pero sin duda él demostró que la formalidad y la invención artística combinada con la pasión por la ecología y el medioambiente era posible.

 

Si Luis Barragán es recordado por sus paisajes de refugio e Isamu Noguchi por sus paisajes para la mente, Burle Marx será recordado por sus paisajes de festividad. Los tres fueron artistas que cambiaron la visión del paisajismo del siglo XX.

 

Referencias

El jardín en la arquitectura del siglo XX: naturaleza artificial en la cultura moderna. Escrito por Darío Álvarez. Editorial Reverté.
La Arquitectura de los Jardines: de la antigüedad al siglo XX. Francesco Fariello. Editorial Reverté.
Invisible Gardens. The Search for Modernism in the American Landscape. Peter Walker and Melanie Simo. The MITT Press.

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