En la mayor parte de los casos los jardines de hoy en día nos hacen sentir inquietos y suelen dejarnos una leve sensación de satisfacción alejada sin duda de la alegría entusiasta que expresan, por ejemplo, las inscripciones de los antiguos jardines de Mughal,
Si hay cielo en la tierra es aquí, es aquí, es aquí.
El diseño de jardines es fundamental para conseguir tener el jardín que deseamos, y así lo describe y enseña Sylvia Crowe en uno de los libros que más ha influido a paisajistas de todo el mundo.
Sylvia Crowe fue paisajista, presidenta del Landscape Institute, miembro del American Society of Landscape Architects y miembro honorario del Australian Institute of Landscape Architects, del Royal Institute of British Architects y del Royal Town Planning Institute. Como profesora de arquitectura del paisajes impartió clases en todo el mundo. Murió en 1997.
El Hombre y los Jardines
No cabe duda que los jardines son el vínculo entre el hombre y el mundo en el que vivimos. Hombres de todas las épocas han sentido la necesidad de reconciliarse con su entorno y han creado jardines para satisfacer sus ideales y aspiraciones. Los oasis de agua en las áridas tierras del desierto, los jardines entre muros de los monasterios medievales, y nuestra necesidad de cultivar plantas en oposición a la creciente tecnología son todas expresiones de un ideal y la necesidad de encontrar una compensación. Y sin duda cuánto más compleja se vuelve una civilización más profunda es esta necesidad.
No nos sorprende que a día de hoy el interés por los jardines sea mucho mayor que antes, pues para muchos representan no sólo un refugio de paz del ruidoso mundo que nos rodea pero también la única oportunidad para expresarnos creativamente y en contacto con la naturaleza. Ahora, bien es cierto que pocos jardines hoy en día dan esa sensación de paz que por encima de todo buscamos.
Los Placeres del Jardín
Hay dos tipos de placeres que un jardín puede ofrecer: el placer de hacer crecer una planta por su belleza individual, y el placer de un jardín como un todo, como un mundo en el que vivir y observar.
Para crear y disfrutar del primero es suficiente con tener conocimientos de horticultura y cierta sensibilidad a la hora de elegir los colores y las formas de las plantas. Pero para conseguir con éxito el segundo hay que comprender las leyes de la armonía y composición intrínsecas en toda obra de arte.
El diseño de jardines es un arte, e igual que el conocimiento de la música y la pintura son necesarias para interpretar y pintar, también lo son para poder disfrutar de ellos plenamente. Luego no cabe la menor duda de que entender sobre diseño de paisajes y jardines no es sólo una gran oportunidad para diseñar tu propio jardín, pero también para disfrutar del placer de ver y entender el de los demás.
Casi sin saber por qué todos somos conscientes de la inmensa paz que ciertos jardines son capaces de transmitirnos. Otros en cambio nos invaden de una sensación de entusiasmo que nos hace explorar más allá. Estaremos pues de acuerdo que merece la pena estudiar algunos de los más sublimes jardines de la historia y sus cualidades, y de esa manera descubrir qué tipo de características tienen en común para poder ser re-utilizadas a día de hoy en nuestros jardines.
Copiar a ciegas un jardín nunca tiene éxito
La razón es sencilla, los jardines son la expresión personal del deseo que responde a un conjunto único de circunstancias: a la tensión y las aspiraciones de una época en contraste con el clima y el paisaje del país.
No hay jardín que crezca en respuesta a estas condiciones que carezca de valor, por muy crudo que éste pueda llegar a ser. Pero transportado sencillamente desde otra época y desde otro país carece de la sinceridad que lo hace verdadero. Y esta falsedad puede sentirse en el jardín paisajista inglés (en su connotación de jardin anglais) copiado a lo largo y ancho del mundo del paisajismo inglés o el mismo jardín japonés. Cabe destacar pues que en ningún de estos casos suele existir una comprensión de los principios que inspiraron su diseño o la afinidad que éstos tuvieron con la vida y el paisaje de su país de origen y por ello fracasan en sus objetivos.
Pero, por otro lado los jardines de Persia adaptados y rediseñados a las condiciones de la India produjeron obras maestras como los jardines de Shalimar y el Taj Mahal, mientras que los jardines clásicos italianos fueron transmutados para reforzar en la Francia del siglo XVII la evolución a la gran tradición de los jardines de Versailles de Le Nôtre. Éstos no fueron el resultado de una imitación aburrida y faltos de inspiración, todo lo contrario, fueron la adaptación de una idea inicialmente fecundada que fue capaz de crear nuevas formas y hasta un nuevo estilo.
La Divina Proporción. El diseño de jardines.
Detrás de muchos de estos grandes jardines existen ciertos principios básicos de la composición que no cambiarán a lo largo del tiempo y cuyo origen está en las leyes naturales del universo. Las mismas y misteriosas leyes que se revelan en las relaciones matemáticas que existen entre la armonía del color y la música. Desde el comienzo de la civilización el hombre ha encontrado una enorme satisfacción en descubrir y expresar su propia relación con estas leyes. Y esa es la base de las teorías clásicas de la proporción y la base del placer que sentimos al ver ciertas combinaciones de colores y la yuxtaposición y combinación de ciertas formas.
La búsqueda de esta relaciones entre nuestra mente y el universo –la perfecta y divina proporción– nos hace primero organizar las formas naturales en patrones sencillos para luego reorganizarlos en nuevas composiciones que nos complacen y que nos abren nuevas campos de estudio menos evidentes a nuestra comprensión. Nuevas formas seguirán apareciendo en todas las artes vivas pero sólo nos gustarán mientras estén basadas en las leyes inalterables de la proporción y el ritmo.
Las leyes de la composición pueden quizá ser menos evidentes en el diseño de jardines que en cualquiera de las otras artes. Esto se debe fundamentalmente al hecho de que utiliza un medio y unos materiales vivos que abandonados a sí mismos son capaces de desarrollar su propia belleza. Ahora, la falta de estos principios básicos de la composición, y a pesar de los adornos y sus flores, roba a la mayoría de los jardines de la serenidad que en ellos buscamos.
Jardines pequeños
La gran mayoría de jardines pequeños están situados en entornos poco atractivos y desgraciadamente no son fáciles de reconocer como materia prima para una obra de arte. Pero ciertamente sus mismas limitaciones hacen aún más importante las necesidades de un buen diseño, incluso más que en los jardines situados en grandes fincas donde las vistas y el amplio espacio tienen más posibilidades a la hora de crear escenarios agradables, mientras que un pequeño espacio delimitado por un vallado depende completamente de sus propios recursos.
Los jardines pequeños más exitosos a menudo engañan por su simplicidad, que es sin duda una parte importante de su buen diseño.
Éstos tienen un aspecto de facilidad inevitable y puede ser difícil apreciar que las leyes clásicas de la proporción y el equilibrio se encuentran detrás de la disposición aparentemente irregular de un árbol u escultura, o ver que son las mismas leyes de la armonía de los colores las responsables de que las mismas flores nos den un mayor placer al apreciarlas en un jardín más que en otro. Suele ocurrir que cuando un jardinero (u aficionado) visita un pequeño jardín bien diseñado reacciona con incredulidad al saber que el jardín original no era mejor que el suyo.
Los límites ocultos o hechos interesantes, el uso de las sombras y la perspectiva para aumentar el tamaño aparente, el sosiego que viene de una buena proporción, son parte de la técnica del arte del jardín.
Las formas de llevarlo acabo depende de infinitas variables pero sus principios sirven para jardines de todo tipo y tamaño, y traen consigo el sosiego que sentimos cuando nuestros ojos están satisfechos con lo que ven y descansan su vista sobre ellos.
El jardín de hoy
Es cierto que lo largo de la historia del jardín sus tradiciones han influenciado y hecho evolucionar muy diferentes estilos, pero hoy en día la falta de paz que buscamos en nuestros jardines se debe a que nunca antes ha habido tantas corrientes cruzadas y tan pocas oportunidades para dejar que éstas ideas fluyan y evolucionen en tradiciones adaptadas a las condiciones locales.
Sólo entendiendo por qué ciertas formas fueron adoptadas por ciertas personas seremos capaces de seleccionar, eliminar, adaptar y finalmente evolucionar por nosotros mismo hacia la creación de jardines capaces de expresar nuestras ideas, nuestros deseos y el carácter de nuestro entorno en una forma que nos hará sentirnos plenamente satisfechos, la misma sensación que tenían los dueños de los grandes jardines históricos.
Si tenemos éxito en esta aventura podremos crear algo que futuras generaciones encontrarán gratificante y revelador de ésta nuestra época, y sentirán lo mismo que nosotros cuando apreciamos, vemos y sentimos los jardines del pasado.
Sin obviar el valor que les damos a nuestros paraísos privados también es necesario hoy en día compartir este sosiego en las ciudades para que todos podamos encontrar de nuevo el frescor, la sensación de pertenecer a un espacio y el contacto con la naturaleza, que sin duda nuestros ancestros conocieron en el campo durante el curso de su vida y en el día a día.
Un diseño del paisaje concienzudo, antiguamente confinado sólo a parques y jardines, es ahora una necesidad en una escala mucho más amplia para hacer posible un entorno en el que todos podamos vivir y que sea capaz de ponernos de nuevo en contacto con las especies naturales de esta Tierra.
Garden Design es un libro para descubrir el placer de diseñar jardines.
Sin duda este es un libro compacto, que recomiendo leer aunque puede que esté ya descatalogado.
Sus primeros capítulo hablan de la historia y la filosofía que hay detrás de los jardines, introduciéndote en los jardines hispano-árabes, japoneses, italianos, franceses y por supuesto el jardín paisajista inglés. Pero no todo es historia. En la segunda parte entra en la teoría. Puro diseño.
Hoy has leído la introducción de la re-edición de 1981.
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